Como parte del proceso de estudio y monitoreo que desarrolla el proyecto “Vivir y Producir en el Bosque Chaqueño” se seleccionaron 3 predios ubicados en Villa las Rosas (Córdoba). En cada finca se realizaron estudios sobre el estado de la vegetación nativa y del sistema productivo para detectar posibles problemas ambientales o productivos, y elaborar junto a las familias productoras un plan de acción que permita manejar el bosque de manera sustentable.
En las fincas productivas seleccionadas como sitios piloto del proyecto se cría mayormente ganado bovino, y el tradicional sistema productivo de campos abiertos y el pastoreo continuo pone en riesgo la regeneración de especies arbóreas como el molle, que es clave para el mantenimiento del bosque serrano.
Como resultado de los estudios se detectaron fallas en el proceso de regeneración del molle, que puede alcanzar hasta 10 metros de altura. Esta especie es muy importante porque crece en quebradas y protege el suelo cercano a las vertientes y arroyos, desempeñando un rol esencial en la provisión de agua de calidad para las actividades productivas, y para el consumo. Además, genera hábitats a diversas especies vegetales y animales, por lo que su función no puede ser reemplazada por otros árboles.
Como parte del estudio también se observaron cantidades reducidas de árboles jóvenes de molle, y los que se encontraron – en su mayoría – no superan los 30 o 40 centímetros de altura. Esto indica que la especie no puede crecer porque el ganado bovino se alimenta de sus hojas, lo que evidencia una interrupción en el proceso de regeneración.
En ese contexto, el proyecto “Vivir y Producir en el Bosque Chaqueño”, desarrollado por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), que cuenta con el financiamiento de la Unión Europea, a través del programa EUROCLIMA+, desarrolló una serie de actividades que permiten promover la regeneración de la especie.
Propuesta para regenerar el molle
El desafío que se asumió fue encontrar prácticas que permitieran la regeneración de molle sin excluir el ganado que habita en los predios, porque pondría en riesgo la sustentabilidad del sistema productivo y con ello la posibilidad de subsistencia de las familias productoras. Además, se optó por usar materiales de fácil acceso. Para ello, se construyeron pequeños cercos, de 3 a 4 metros de diámetro, utilizando material vegetal espinoso obtenido de la poda de árboles y arbustos cercanos.
La construcción de los cercos se focalizó en los alrededores de las vertientes de agua, dado que en esas zonas el bosque nativo posee un rol fundamental en la provisión de agua para quienes viven y producen en el bosque. Estas prácticas se desarrollan para proteger los árboles jóvenes durante algunos años hasta que logren alcanzar una altura mayor a 200 cm para que sus brotes superiores no sean consumidos por el ganado, y continúen creciendo hasta convertirse en árboles adultos.
Como segunda medida, se realizaron prácticas de reforestación con plantas de molle de aproximadamente 100 cm de altura, producidos en la Estación Forestal del INTA de Villa Dolores (Córdoba). En total se trasplantaron 120 molles cuya altura varió entre 75 y 129 cm, y los investigadores estiman que alcanzarán rápidamente la altura necesaria para evitar ser consumidos por el ganado.Como primera medida, se protegió la regeneración del molle. Se localizaron y conservaron más de 100 plantas, y en setiembre de este año se evaluarán los primeros resultados. Se debe destacar que los molles jóvenes que se encontraron tenían signos de haber sido consumidos en repetidas oportunidades por el ganado, dado que no superaban los 40 cm de altura y presentaban múltiples tallos. Al no ser protegidos, es casi improbable que alcancen la altura que permita que sus brotes sean inaccesibles para el ganado.
Por cuestiones de diseño experimental, cada una de las prácticas cuenta también con observaciones de molles no protegidos por cercos naturales. De esta manera se podrá determinar si la protección con ramas espinosas permite la regeneración de esta especie, que además presenta un costo bajo, y puede captar sedimentos y semillas para evitar la pérdida de suelo ocasionada por lluvias intensas. Si esta práctica resulta efectiva, se podría implementar un número determinado de cercos naturales por cada año, para que en un mismo predio se establezca la regeneración de molle de diferentes edades, y en diferentes sectores del campo.
DATOS
El proyecto “Vivir y Producir en el Bosque Chaqueño” son parte del sector “Bosques, Biodiversidad y Ecosistemas” del programa EUROCLIMA+, implementado por EF y GIZ. Conoce más sobre el proyecto aquí.
La propuesta es liderada por Laura Cavallero, doctora en biología e investigadora de CONICET; Martín Zarate, magíster en Ciencias e investigador de INTA; Francisco Alaggia, biólogo y becario de INTA – CONICET; y Luján Ahumada, bióloga y becaria de CONICET.
Sobre EUROCLIMA+
EUROCLIMA+ es un programa financiado por la Unión Europea y cofinanciado por el gobierno federal de Alemania a través del Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo (BMZ), así como por los gobiernos de Francia y España. Su objetivo es reducir el impacto del cambio climático y sus efectos en 18 países América Latina y el Caribe promoviendo la mitigación y adaptación al cambio climático, la resiliencia y la inversión. El Programa se implementa bajo el trabajo sinérgico de siete agencias: Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), Agencia Francesa de Desarrollo (AFD), Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Expertise France (EF), Fundación Internacional y para Iberoamérica de Administración y Políticas Públicas (FIIAPP), Deutsche Gesellschaft für Internationale Zusammenarbeit (GIZ) GmbH y ONU Medio Ambiente.
Contacto para más información: Laura Cavallero <cavallero.lauri@gmail.com>
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